Entornos dislocados
Investigadores del Hospital Infantil de Filadelfia han creado un “ambiente fluido” artificial a partir de una bolsa de polietileno que incorpora un circuito de oxígeno, un sistema con el que han logrado que corderos mantengan una circulación sanguínea y de gases estable. Este sistema podría prevenir la severa morbilidad que se produce en niños extremadamente prematuros, según Alan Flake, autor principal del trabajo. Este cambio de ecosistema, enfocado al apoyo funcional y vital de un feto, me lleva a pensar en qué tipo de cambios puede generar la extracción de un ente en crecimiento de su entorno original. Una especie de extractivismo biotecnológico. Podemos hacer un caso especulativo en el caso de un cordero. El animal está flotante en una bolsa de polietileno expuesto a un laboratorio con una luz artificial constante debido a las
vigilancia por su desarrollo. La bolsa de polietileno, traslúcida, permite la observación metódica
para el laboratorio pero sumerge al feto en un entorno completamente alejado de la oscuridad de donde procede. El ojo necesita luz durante el embarazo para desarrollarse, concretamente en la última fase, para desencadenar una coreografía bioquímica necesaria para generar "ojos sanos". Las ovejas, tras estar en una hipervigilancia en la que se centralizan sus funciones vitales en cámaras de iluminación artificial constante de un laboratorio, acaban naciendo ciegas con sus córneas tumorificadas. En la mayoría de los casos los ojos están completamente desarrollados para el momento del nacimiento nuevemesino, pero sin embargo si un animal acaba naciendo muy prematuramente las posibilidades de que los ojos no se desarrollen de forma
apropiada son muy elevadas.
Los vasos pueden dejar de crecer o crecer de manera anormal desde la retina hacia la parte
posterior del ojo produciendo retinopatía blanquecina en toda la superficie de la pupila. Las
ovejas acaban teniendo ataques epilépticos porque no pueden asumir el cambio de luminiscencia que provocan las sombras de las nubes. Se genera una nueva especie de oveja indoor, incapaz de gestionar la iluminación solar y sus variaciones. Este fenómeno produce granjas con iluminación artificial constante acaban exigiendo una demanda de subsistencia energética inabarcable, por lo que la industria funcionalista cárnico-ganadera se somete una pregunta, ¿cuánto de necesarios son los ojos de las ovejas? A través de la alteración genética podemos mejorar sus vidas eliminando sus ojos definitivamente. Las ovejas extrauterinas acaban siendo alteradas genéticamente para no desarrollar ningún tipo de órgano ocular. Sin embargo, una minoría del sector, mucho más enfocada en carne de alta calidad se opone a la modificación genética del prenatal y apuestan por una infraestructura de protección lumínica sobre las bolsas de plástico polietileno, unas cápsulas-habitáculos de aislamiento.

El plástico polietileno es un material fácil de encontrar. Las bolsas de zip de uso para almacenaje de alimentos. Es un material altamente resistente a las temperaturas y resistente a fricciones, a la abrasión y al desgaste. El intercambio de materiales de un ecosistema puede generar un proceso de injertamiento de otras cualidades provenientes de otras materialidades. Un intercambio cruzado. La centralidad en las funciones vitales genera un desplazamiento de otros sistemas corporales a un segundo plano, generando una escena de afectación, una zona expuesta a otredades. Las bolsas amnióticas de polietileno, en cuanto a entorno, generan una burbuja de afectación sensorial imponente. El tipo de cambio en la sensibilidad que pueden generar ya no solo a nivel ocular sino a nivel sonoro o dermatológico se relaciona con un tipo de mutaciones no-genéticas, sino mutaciones enraizadas a lo social, haciendo aparecer todo un entramado de afectación bidireccional. Lo genético y lo social se están constantemente delimitando. Estas mutaciones no genéticas que suceden en los corderos extrauterinos, están condicionadas por el paisaje-laboratorio acondicionado para la observación. En este sentido, la visión afecta literalmente a los sentidos de otro ente.

El proyecto de útero artificial está enfocado, desde una visión antropocéntrica, para mantener con vida al neonato hasta la semana veintiocho, que es la lógica del embarazo humano pero no la lógica del embarazo de un cordero. El proceso gestante de una cabra es de ciento cincuenta días, por lo que supone un mantenimiento físico mucho más diverso que el de un neonato humano. El proceso de extracción del cordero del útero es un proceso de extrañamiento para la cabra gestante. El cordero, que está en una situación extrema, es extirpado a través de cesárea para ser aislado en un tanque de flotación. El tanque de flotación mantiene con vida al cordero hasta que sea prematuro y tenga la mayoría de sus órganos desarrollados. El cuerpo gestador después de este proceso de extirpación, transita un proceso de pérdida de su cría, por lo que las crías prematuras extrauterinas son rechazadas por sus progenitores. Este proceso genera una relación entre lo genético, lo neurofisiológico y lo sociocultural hacia la conformación de la psique. Los factores biológicos que actúan de manera directa en la conformación de lo psíquico, recrean activamente las condiciones del contexto en que se desarrollan. Las biologías son biologías en simbiosis permanente con sus entornos. En esta posibilidad, las cabras indoor crecen junto a otras especies extrauterinas que son rechazadas por sus entornos generando una nueva ecología. Las hembras gestoras que dan a luz y pierden a sus crías, generan un almacenamiento hormonal de oxitocina produciendo un estado psico-hormonal apto para recibir crías de otras especies en busca de aliviar el dolor y la soledad de la pérdida.

Especulaciones sobre los cambios de ecosistemas.
Cabras extrauterinas.
Extracciones del tanque de flotación.

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OVEJAS EXTRAUTERINAS
LA PÉRDIDA Y LA SOLEDAD
ENTRE ESPECIES