La cámara como tanque de flotación
Lo virtual se desprende del aquí - ahora específico para llevarnos a un espacio de ficción. Lo virtual como real pero no como actual sino como extemporal, extracto del tiempo. La cámara del móvil arrastra hacia su mecanismo de espejos las imágenes del exterior, las desdobla para expulsarla con unas nuevas cualidades. Siempre me reconozco extraño en las fotos que me hago y me llevan a una especie de despersonalización. Un proceso de des-reconocimiento. Los rasgos invertidos del espejo generan un espacio de liminalidad extraño entre los rostros, en la autopercepción y en cómo devuelvo la mirada al mundo. La sensación de auto reconocimiento no sucede del todo, se queda en el camino entre algo familiar y algo extremadamente lejano. Ese grado de extrañeza, extremada lejanía del yo, es un proceso placentero en el que me puedo desprender de mi apariencia. La violencia de la captura genera una otredad. Aquí, la otredad soy yo mismo. Las representaciones del yo son la otredad. La cámara se convierte en el espacio intermedio, interfaz tecnológica, herramienta mínima de un plano donde mi representación entra en relación con la infinidad de representaciones virtualizadas.




Cámara como portal.
Cámara como interfaz entre percepciones.
Cámara como mecanismo desdoblador.
Posibilitador de la disociación consciente.
Cámara como cordón umbilical entre espacios.
Cámara como retina virtualizante receptora.
Constantemente trasladando. Recogiendo. Hospedando.




Hablar de portal es hablar de un puente entre dos lugares. Hablar de portal puede significar generar dos planos de realidad, no siempre referido a una dicotomía contraria. Hablar de portal puede ser hablar de dos puntos de un mismo mapa. Hablar de portal como interconector de dos realidades de un mismo plano. Portal como túnel resonante y conector, agujero de gusano, con dos extremos conectados por una única garganta. Portal como parte interior o inmediata a un espacio principal. Una puerta principal que da paso a escaleras, ascensores, otros espacios que guardan entre sí otros lugares. Portal como punto inmediato y de acceso a otros lugares que están en su interior. En este sentido, la cámara sigue funcionando como punto inmediato en el que recibimos la realidad a nivel de sus texturas y superficies. Un portal ocularcentrista. Nuestro cuerpo recibe la realidad colisionando en su totalidad contra ella, el móvil la recibe por partes separadas y desde ahí genera realidad a través de diversas pedagogías computacionales y algorítmicas. Las pedagogías de la cámara del móvil o las pedagogías sonoras están basadas en una fragmentación de los inputs que reciben para comprender su conjunto en una disociación. Los sistemas de escucha automática tienen como objetivo separar mezclas de fuentes de sonido de la misma manera que lo hacen los oyentes humanos, generando profundidades y segmentaciones en escenarios virtualizados transformados en unas nuevas cualidades. La interposición de las cualidades del plano humano al plano no-humano genera una degradación de cualidades en este sentido. Estamos acercando lo computacional hacia la percepción humana - eurocéntrica - y no hacia la percepción de otros mamíferos y esto aunque parezca evidente genera una otredad, genera infinidad de otredades. Genera una acotación en cuanto a usos y espacios de usos de un objeto líquido-moldeable. Los límites de lo virtual tienen que ver más con una intersección de puntos desiguales en una cartografía rocosa, que con un cruce claro de una línea recta, fija, y sólida. Los límites de lo virtual están sujetos a placas tectónicas en movimiento, sismos en montañas arenosas. Hablar de plano virtual y de plano no-virtual solo funciona cuando hablamos desde las ideas. Que no podamos señalar algo no significa que no lo podamos percibir.


Hablar de la cámara como portal es hacer una topología del entre, del túnel que se genera entre estos dos puntos que percibimos pero no sabemos delimitar y que quizás no está ahí el point tampoco. Más que ir hacia afuera a nivel de sus límites, esto es un proceso de ir hacia adentro a nivel de qué implicaciones están teniendo. Un proceso de consciencia de qué discursos se están integrando en una atmósfera ocular sobre la cual producimos. En este sentido, las imágenes que producimos no son producidas sino post-producidas a través de softwares digitales entre otras muchas cosas, pero también a través de mecanismos físicos, en este caso, a través de cuatro ejes-imanes, sumergiendo a la cámara en un campo magnético constante.




La vida humanamente comprensible viene acompañada de ruidos y niveles de intensidad a los que nos venimos acostumbrando desde antes de nacer. En el interior del cuerpo humano, la voz se transmite en forma de vibración a lo largo de la columna vertebral, bajando desde la laringe hasta la pelvis. Dentro del útero, el líquido amniótico vibra de tal manera que el bebé percibe los sonidos que emite el cuerpo gestante. El neonato puede percibir aquellos sonidos procedentes del exterior, con cierto eco debido al líquido que le rodea, pero comienza a familiarizarse a nivel vibracional ya que el oído aún no se ha desarrollado. Recibimos los sonidos internos del organismo del progenitor, los latidos del corazón, ritmo de respiración, la corriente del flujo sanguíneo y los ruidos intestinales, como mínimo. Cuando la estructura del oído queda desarrollada, percibimos vibraciones incomprensibles, señales de lo que ocurre en el exterior insospechado. Los ruidos se establecen en un escenario sonoro en el que quedan desprendidos de sus cuerpos, de su materialidad. Los tanques de privación sensorial generan una burbuja de aislamiento temporal en busca de modificar nuestros sentidos.



This is a sensory deprivation tank. It blacks out all the external distractions that bombard our souls.





El uso de DMT como la molécula de Dios, procesos reverberantes de nuestra memoria corporal, se argumenta en una especie de vuelta al útero, a las sensaciones prenatales como una búsqueda de la tranquilidad. La exclusividad de ser una hormona producida al nacer y al morir permite al mismo tiempo conocer cómo son los espacios terminales-colindantes de la vida de los cuerpos. La proyección de la vuelta al origen como una vuelta a la tranquilidad está bastante cargada de una proyección del génesis como un lugar de origen placentero, en lugar de un frenesí de acontecimientos desintegradores en su furia de cualquier cuerpo que lo contemple. El abandono del cuerpo se contempla como un proceso en el que por fin se alcanza la profunda sensación de paz. El cuerpo se convierte en algo de lo que escapar. Los principios y los finales como puntos de paz, experimentación de profunda tranquilidad. Sin embargo, puedo entender el principio y el final como un espacio liminal, difuso en un degradado paulatino de desorientación en el que nos acabamos encontrando. En este video de un nacimiento velado, un bebé nace con la bolsa amniótica en perfecto estado y se nos muestra cómo, en su postura encogida, el humano descansa tranquilo dentro del magma amarillento el cual le sigue protegiendo del exterior. Manteniendo la forma orgánica del útero gestante, desprendiéndose de su condición intracorporal para quedarse en un intermedio en el que se intuye lo que era pero al mismo tiempo en sus posibilidades de ser. Posibilitando unas reminiscencias de dos planos que pertenecen al mismo mapa. Las vinculaciones de experiencias cercanas a la muerte con la levitación, elevación de los cuerpos, desprendimiento del ruido oscuro que nos rodea, desprendimiento de la carga vivencial y contextual, son proyectadas en una esterilidad blanquecina en la que dejamos de lado los procesos viscerales. Cuando proyectamos la vuelta al útero nos quedamos con la carga sensorial en un proceso de endulzamiento de lo oscuro. Imaginamos aguas cristalinas dulcificadas cuando en una realidad del proceso, en cuanto a su propia materialidad, flotamos en un plasma holístico de nuestra propia orina fetal. Esta consciencia de lo oscuro no como una barrera que nos imposibilite la tranquilidad o la paz, sino como un acto de recogida de lo desagradable, de lo viscoso, como procesos deseables e inherentes a la calma.







El aislamiento como concentración de nuestra atención en nuestros propios cuerpos. La proyección de la incrementación de las percepciones a través de sistemas meditacionales que separan al cuerpo de su entorno me lleva por todos sus caminos a la construcción de un espacio ficticio aislante (la imaginación es el espacio de ficción por excelencia). Ficción no como abstracción necesariamente sino como también algo palpable. Un tanque de flotación, en un mundo vibracional, es un espacio de ficción en el que se pretende trasladar tu estado sensorial a un nuevo plano. Una cámara anecoica produce un cambio de paradigma en la percepción sensorial, en el que aislando al cuerpo de su entorno habituado éste busca anclarse a cualquier ruido como una estrategia de estabilización. El aislamiento como estrategia de incrementación es algo que en el taoísmo construía fuertemente desde los tratados del zen. El zazen designa la práctica de la meditación (zen) en posición de sentado (za): “Por medio del ordenamiento e inmovilización de pies, piernas, manos, brazos, tronco y cabeza en la posición tradicional del loto, la regulación de la respiración, el freno metódico de los pensamientos y la unificación de la mente a través de formas especiales de concentración, el desarrollo de un control sobre las emociones y el fortalecimiento de la voluntad, y el cultivo de un silencio profundo en los rincones más hondos de la mente, en otras palabras, a través de la práctica del zazen, se establecen las pre condiciones óptimas para mirar la mente-corazón y descubrir ahí “la verdadera naturaleza de la existencia” (KAPLEAU, 1990).


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